Por Alexánder Loría
La vida deportiva, laboral y humana ha dado un giro rotundo y radical con la aparición en escena de un invitado que quizás nadie espera en un mundo tan acelerado y tecnológico: el Covid-19 nos ha puesto en un “estate quieto” y nos prueba como personas y país a saber afrontar la adversidad en tiempos de crisis planetaria.
El Coronavirus no respeta clase social, religión, edad, condición física, principios o cultura, todos estamos expuestos a él.
La Liga de Fútbol Playa como organización deportiva y como familia se ha visto afectada a causa de esta pandemia. El Comité de Competición y Comité Director tomaron la decisión de suspender indefinidamente el torneo en sus tres categorías (Primera, Femenino y Alto Rendimiento) hasta tanto el Gobierno dé luz verde para volver a las labores habituales. Claro está que no será de la noche a la mañana.
No habrá fútbol playa hasta nuevo aviso lo que hará que la organización de liga deba sentarse más adelante a tomar decisiones sobre cada campeonato y esto dependerá por supuesto de la situación sanitaria del país. Mientras tanto, los equipos deberán aguardar en casa, cada jugador manteniéndose en la parte física como mínimo y sin necesidad de agruparse.
“La Liga de Fútbol Playa sigue los lineamientos que dicte el Ministerio de Salud para reducir la propagación del Covid-19”, reza parte de la decisión tomada por Lifupla ante la emergencia nacional.
Pero fuera de la arena el Covid-19 también ataca y con mucha fuerza. La situación laboral para jugadores, entrenadores, dirigentes y hasta aficionados se torna complicada porque cada uno depende de sus trabajos fuera del deporte para subsistir. Los jugadores de costa sufren porque no hay turismo y los hoteles cierran, en algunos casos los dueños envían a sus trabajadores a vacaciones y en otros apuestan al cese de contrato.
“Es una situación dura en las playas conozco casos donde los hoteles deben cesar el contrato y las personas se quedan sin trabajo. Lo que hacen es que con el dinero que reciben van directo a comprar toda la comida posible mientras pasa la crisis”, comentó Alexánder Vargas, jugador de Matapalo.
“En la meseta central algunos vivimos de los negocios en mi caso un restaurante y venta de carros, es muy difícil porque nadie viene a comer ni comprar. Al menos yo tuve que enviar a los empleados para la casa, espero en Dios esto mejore por el bien de todos”, dijo Renzo Valverde, jugador de Leones Indomables.
Y lo más importante de todo esto que la familia de la arena debe cuidar su salud porque el Coronavirus puede llevar a cualquier persona a la muerte. Nadie puede confiarse por más que no sea una persona de riesgo o adulta mayor. La salud está primero y por eso quedarse en casa –para los que pueden hacerlo- es la mejor decisión. Y los que deben salir al trabajo a cuidarse y mantener la higiene, lavado de manos, alcohol en gel y el menor contacto posible con la gente.
Primero Dios el balón retornará a la arena.